Sin más secretos
(Investigación exclusiva Veintitres) Por Franco Mizrahi
Poco a poco, los secretos bien guardados de la última dictadura militar se van develando. En sintonía con las listas del Personal Civil de Inteligencia (PCI) del Batallón 601 y de la Fuerza Aérea que cumplió tareas entre 1976 y 1983 –y que publicó en exclusiva Veintitrés–, a continuación se difunde la nómina del Personal de Inteligencia que cumplió tareas en el poderoso Servicio de Inteligencia Naval (SIN) durante el Proceso. Así, retrasada respecto de las otras dos fuerzas, la Marina revela quiénes fueron sus espías durante el terrorismo de Estado. La lista, que fue remitida al Ministerio de Defensa por el jefe del Estado Mayor General de la Armada, almirante Jorge Omar Godoy, contiene más de 700 nombres. La información era secreta y fue desclasificada a través del decreto 004/2010. Si bien se trata de personal de inteligencia, el hecho de aparecer en la lista no implica que las personas allí mencionadas estén involucradas en delitos de lesa humanidad.
Inicialmente, el SIN debía tener a su cargo las operaciones represivas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), mientras que el Grupo de Tareas (GT) 3 debía ser su brazo operativo. Pero la decisión del almirante Emilio Massera, en aquel entonces jefe del arma y miembro de la primera junta militar, de convertir al GT 3 en un aparato que sustentara sus ambiciones políticas incentivó la competencia entre ambas estructuras y terminó por quebrar su relación. Por este motivo, el Servicio de Inteligencia Naval gestó su propia base de operaciones que se conoció como “Casa SIN”, en Thames y Panamericana, Villa Adelina. Sin embargo, la competencia entre ambos se diluyó en 1979, cuando el capitán de fragata Luis D’Imperio, miembro del SIN, reemplazó a Jorge “Tigre” Acosta en la jefatura de Inteligencia.
Entre los puntos paradigmáticos donde operó la Marina, figuran la Escuela de Mecánica de la Armada –hoy Archivo Nacional de la Memoria–, Puerto Belgrano –el mayor asentamiento naval del país, a 30 kilómetros de Bahía Blanca– y las localidades de Berisso y Ensenada, en la provincia de Buenos Aires, donde se desempeñó el Batallón de Infantería de Marina III. Y en el ámbito internacional, Uruguay y Bolivia. En la ESMA, por caso, estuvieron secuestrados la fundadora de Montoneros Norma Arrostito, Azucena Villaflor –fundadora de Madres de Plaza de Mayo– y Jaime Dri, cuyo paso y huida de ese centro clandestino de detención fue relatado por Miguel Bonasso en el libro Recuerdo de la muerte. Junto a ellos, hubo unos cinco mil secuestrados en el establecimiento ubicado sobre la Avenida del Libertador, en el límite de la Capital Federal con la provincia de Buenos Aires. Algunos de ellos fueron sedados y arrojados al Río de la Plata, en lo que se conoció como los “vuelos de la muerte”.
En ese mítico centro clandestino había un altillo llamado “Capuchita” que, según consta en el Nunca más, “ fue utilizado por los miembros del SIN para torturar y mantener a sus secuestrados separados de los de la ESMA. ‘Capuchita’ se prestaba a la Fuerza Aérea, al Ejército y al SIN para llevar a sus detenidos allí. El piso era de color rojo y tenía ventiluces siempre cerrados”. A pesar de los cruces entre el SIN y el GT 3, el marino Antonio Pernías demostró que a la hora de la represión estaban todos del mismo bando cuando aseguró en 1986: “Fue una guerra en la que se empeñó toda la Armada”. Veinticuatro años más tarde, el capitán Adolfo Donda repitió la aseveración durante su testimonio en el proceso que se le sigue por los crímenes cometidos en la ESMA: “Fue una actuación institucional, de toda la Armada”. Por este motivo, para Ramón Torres Molina, presidente del Archivo Nacional de la Memoria, “el conocimiento del personal civil de inteligencia de las Fuerzas Armadas es un avance en la investigación que se está llevando adelante en todos los ámbitos de la Justicia y también en el Archivo Nacional de la Memoria. La lista de la Marina es un aporte muy importante”.
A continuación se enumeran los casos paradigmáticos de la nómina: Jorge Ernesto Vildoza. Figura como miembro del Servicio de Inteligencia Naval durante la dictadura. Es hijo del subdirector de la ESMA Jorge Raúl Vildoza, prófugo de la Justicia, acusado de haber robado bienes de desaparecidos y apropiarse del hijo de un matrimonio desaparecido. El chico es uno de los nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo, aunque no quiso volver a vivir con su familia biológica. Jorge Ernesto habría sido investigado por complicidad en esa apropiación por la jueza Servini de Cubría. Hoy preside –según publicó Página 12– la empresa American Data S.A., ligada a la venta y concesiones de máquinas electrónicas en los casinos.
Ricardo Joaquín Molina. Fue jefe de Inteligencia de la Base Naval Puerto Belgrano en 1976. Prófugo de la Justicia, debe rendir cuentas por los crímenes de la Armada. El Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación ofrece 100 mil pesos por datos sobre su paradero. También lo busca Interpol.
Luis Alberto Pablo Pons. Capitán de corbeta retirado, encabezó en 1976 la Brigada de Infantería número 1 y está imputado como ejecutor directo del secuestro y tormentos a Hugo Giorno, ex intendente de Punta Alta, donde está Puerto Belgrano. Hasta 2007 estuvo en la contaduría general del Ejército. Es primo hermano del juez Miguel Guillermo Pons. Policarpo Luis Vázquez. Ex oficial de la Armada, fue el apropiador de Evelyn Vázquez, hija biológica de los desaparecidos Beatriz Pegoraro y Rubén Bauer.
Rodolfo Patricio Florido. También está incluido en la lista. Antes de pasar por la Marina, Florido se desempeñó como PCI del Batallón 601 durante la dictadura, como publicó esta revista a mediados de febrero. Hasta entonces, era secretario de prensa del Concejo Deliberante de Bariloche, órgano que, al revelarse su pasado, aprobó por unanimidad “el repudio institucional” a su persona.
Inicialmente, el SIN debía tener a su cargo las operaciones represivas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), mientras que el Grupo de Tareas (GT) 3 debía ser su brazo operativo. Pero la decisión del almirante Emilio Massera, en aquel entonces jefe del arma y miembro de la primera junta militar, de convertir al GT 3 en un aparato que sustentara sus ambiciones políticas incentivó la competencia entre ambas estructuras y terminó por quebrar su relación. Por este motivo, el Servicio de Inteligencia Naval gestó su propia base de operaciones que se conoció como “Casa SIN”, en Thames y Panamericana, Villa Adelina. Sin embargo, la competencia entre ambos se diluyó en 1979, cuando el capitán de fragata Luis D’Imperio, miembro del SIN, reemplazó a Jorge “Tigre” Acosta en la jefatura de Inteligencia.
Entre los puntos paradigmáticos donde operó la Marina, figuran la Escuela de Mecánica de la Armada –hoy Archivo Nacional de la Memoria–, Puerto Belgrano –el mayor asentamiento naval del país, a 30 kilómetros de Bahía Blanca– y las localidades de Berisso y Ensenada, en la provincia de Buenos Aires, donde se desempeñó el Batallón de Infantería de Marina III. Y en el ámbito internacional, Uruguay y Bolivia. En la ESMA, por caso, estuvieron secuestrados la fundadora de Montoneros Norma Arrostito, Azucena Villaflor –fundadora de Madres de Plaza de Mayo– y Jaime Dri, cuyo paso y huida de ese centro clandestino de detención fue relatado por Miguel Bonasso en el libro Recuerdo de la muerte. Junto a ellos, hubo unos cinco mil secuestrados en el establecimiento ubicado sobre la Avenida del Libertador, en el límite de la Capital Federal con la provincia de Buenos Aires. Algunos de ellos fueron sedados y arrojados al Río de la Plata, en lo que se conoció como los “vuelos de la muerte”.
En ese mítico centro clandestino había un altillo llamado “Capuchita” que, según consta en el Nunca más, “ fue utilizado por los miembros del SIN para torturar y mantener a sus secuestrados separados de los de la ESMA. ‘Capuchita’ se prestaba a la Fuerza Aérea, al Ejército y al SIN para llevar a sus detenidos allí. El piso era de color rojo y tenía ventiluces siempre cerrados”. A pesar de los cruces entre el SIN y el GT 3, el marino Antonio Pernías demostró que a la hora de la represión estaban todos del mismo bando cuando aseguró en 1986: “Fue una guerra en la que se empeñó toda la Armada”. Veinticuatro años más tarde, el capitán Adolfo Donda repitió la aseveración durante su testimonio en el proceso que se le sigue por los crímenes cometidos en la ESMA: “Fue una actuación institucional, de toda la Armada”. Por este motivo, para Ramón Torres Molina, presidente del Archivo Nacional de la Memoria, “el conocimiento del personal civil de inteligencia de las Fuerzas Armadas es un avance en la investigación que se está llevando adelante en todos los ámbitos de la Justicia y también en el Archivo Nacional de la Memoria. La lista de la Marina es un aporte muy importante”.
A continuación se enumeran los casos paradigmáticos de la nómina: Jorge Ernesto Vildoza. Figura como miembro del Servicio de Inteligencia Naval durante la dictadura. Es hijo del subdirector de la ESMA Jorge Raúl Vildoza, prófugo de la Justicia, acusado de haber robado bienes de desaparecidos y apropiarse del hijo de un matrimonio desaparecido. El chico es uno de los nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo, aunque no quiso volver a vivir con su familia biológica. Jorge Ernesto habría sido investigado por complicidad en esa apropiación por la jueza Servini de Cubría. Hoy preside –según publicó Página 12– la empresa American Data S.A., ligada a la venta y concesiones de máquinas electrónicas en los casinos.
Ricardo Joaquín Molina. Fue jefe de Inteligencia de la Base Naval Puerto Belgrano en 1976. Prófugo de la Justicia, debe rendir cuentas por los crímenes de la Armada. El Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación ofrece 100 mil pesos por datos sobre su paradero. También lo busca Interpol.
Luis Alberto Pablo Pons. Capitán de corbeta retirado, encabezó en 1976 la Brigada de Infantería número 1 y está imputado como ejecutor directo del secuestro y tormentos a Hugo Giorno, ex intendente de Punta Alta, donde está Puerto Belgrano. Hasta 2007 estuvo en la contaduría general del Ejército. Es primo hermano del juez Miguel Guillermo Pons. Policarpo Luis Vázquez. Ex oficial de la Armada, fue el apropiador de Evelyn Vázquez, hija biológica de los desaparecidos Beatriz Pegoraro y Rubén Bauer.
Rodolfo Patricio Florido. También está incluido en la lista. Antes de pasar por la Marina, Florido se desempeñó como PCI del Batallón 601 durante la dictadura, como publicó esta revista a mediados de febrero. Hasta entonces, era secretario de prensa del Concejo Deliberante de Bariloche, órgano que, al revelarse su pasado, aprobó por unanimidad “el repudio institucional” a su persona.
Luis Emilio Sosa. También fue parte del SIN durante la última dictadura militar. Ya había demostrado de qué era capaz el 22 de agosto de 1972: fue el principal responsable de la Masacre de Trelew, el fusilamiento de 19 guerrilleros presos en la Base Almirante Zar.
Con la aparición de este nuevo documento se iluminan un poco más las tinieblas que se extendieron entre 1976 y 1983. La difusión de la lista intenta contribuir con la búsqueda de memoria, verdad y justicia.
Fuentes:
http://www.elargentino.com/nota-89771-Sin-mas-secretos.html
http://www.reporte24.com.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=7387&Itemid=99999999
http://www.informereservado.net/noticia.php?noticia=26694
http://www.mega975.com.ar/index.php?Itemid=26&catid=7:noticias&id=9899:de-la-esma-a-puerto-belgrano-publican-la-lista-de-civiles-que-colaboraron-con-la-marina&option=com_content&view=article
nunca mas!!!!
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